

Reseña | La asistenta te vigila de Freida McFadden
Si llevas tiempo por aquí, ya sabrás que me encantan los thrillers psicológicos que se leen en un suspiro y que te dejan con la boca abierta. Y si encima el giro final es de esos que no te ves venir ni de lejos, entonces ya me tienen completamente ganada. Pues bien: La asistenta te vigila, la tercera entrega de esta trilogía de Freida McFadden, ha cumplido con creces. Me ha encantado. Así, sin rodeos.
Y eso que empecé el libro con cierta pereza.
¿No os pasa a veces que arrancáis una novela y pensáis “puff, no sé si esto me va a enganchar”? Pues eso me pasó. El comienzo me pareció algo tibio, sin demasiada chicha. Pero como ya conocía el estilo de la autora y los dos libros anteriores me dejaron buen sabor de boca, decidí seguir. Y menos mal, porque llega un punto en el que todo da un giro inesperado y, desde ahí, no puedes parar de leer.
Como es la tercera parte, no quiero contar mucho del argumento para no fastidiarte la experiencia si estás leyendo los anteriores o si todavía no has llegado hasta aquí. Solo te diré que la historia gira en torno a Millie y Enzo, y a sus dos hijos, que se mudan a un barrio tranquilo —una calle sin salida, de estas que parecen sacadas de una peli americana— con vecinos en apariencia normales. Pero ya sabemos que en este tipo de novelas nada es lo que parece, y aquí pasa exactamente eso.
Además de los ingredientes típicos de McFadden —mentiras, secretos, personajes con pasados oscuros y decisiones cuestionables—, esta novela mete temas nuevos en la ecuación, como la infancia, la perversión y algunas pinceladas de maltrato y manipulación emocional. Son temas duros, pero están bien integrados y le dan una capa extra de profundidad al libro.
Una cosa que me ha parecido muy interesante (y que también aparece en las otras novelas de la saga) es cómo la autora juega con lo que el lector sabe y lo que los personajes creen saber. Hay una diferencia brutal entre lo que tú, como lectora, descubres al final y lo que los personajes llegan a saber. Y eso, lejos de frustrarme, me ha parecido un recurso súper bien llevado. Te hace pensar: ¿qué pasaría si los personajes descubrieran lo mismo que yo? ¿Cambiaría algo realmente?
Por otro lado, tengo que decir que hay algunas cosas que me han dejado con ganas de más. Hay un par de personajes secundarios que, en mi opinión, se quedan un pelín cortos en cuanto a desarrollo. Como que aparecen, hacen cosas raras, lanzan alguna advertencia importante… y luego no sabemos mucho más de ellos. No es que esto arruine la trama, ni mucho menos, pero sí me dejó con esa sensación de “ay, ¿y esta persona? ¿Y esto otro?”. También me pasó con ciertas consecuencias de lo que ocurre hacia el final, que no se terminan de cerrar del todo. Pero bueno, supongo que McFadden prefiere dejar algunos cabos sueltos para que tú misma saques conclusiones.
Lo que sí me ha parecido un puntazo (y aquí me sale la friki del hilo conductor) son los guiños a los libros anteriores. Me encantó ver reaparecer a ciertos personajes que ya conocíamos, ahora con un nuevo rol o más mayores. Es como cerrar un círculo y darte cuenta de que todo, de alguna manera, estaba conectado. Sin necesidad de leer las tres novelas para disfrutar de esta tercera parte, pero si lo haces, la experiencia mejora muchísimo. Te das cuenta de todos los hilos que se han ido tejiendo desde el principio.
En cuanto al ritmo, como siempre con esta autora: frenético. Hay capítulos muy cortos, estilo “uno más y me voy a dormir”… y terminas leyendo cinco del tirón. Sabe perfectamente dónde cortar para dejarte con ganas de seguir, y maneja la tensión con muchísima soltura.
En resumen: si te gustaron La asistenta y El secreto de la asistenta, esta tercera entrega no te va a decepcionar. De hecho, yo diría que está al nivel de la primera, que para mí sigue siendo la mejor. La segunda me gustó, pero esta la supera. Tiene más complejidad, más capas y un final que te explota en la cara (literal).
Muy recomendable si buscas un thriller que engancha, te sorprende y te deja dándole vueltas a todo. Y si no conoces aún esta trilogía, empieza por el primero… y prepárate para no soltarla.






