Mi viaje a Tailandia | Ayutthaya #1
En breves empiezo a explicaros nuestro tercer día por Tailandia, pero antes tengo que deciros que os paséis por las tres entradas anteriores sobre el viaje y entendáis todo, todito, todo 😉
Mi viaje a Tailandia – Bangkok 1
Mi viaje a Tailandia – Bangkok 2
Una vez dicho esto, empezamos con el tercer día en Tailandia. ¡Vamos allá!
11 de agosto (Bangkok – Ayutthaya)
Aquel día me levanté con los ojos súper hinchados (tenéis el porqué aquí), desayunamos en el hotel y nos despedimos de él hasta la próxima (ya entenderéis porque digo esto). Pedimos un GRAB (bueno, el recepcionista del hotel nos lo pidió. Muy majo el hombre) y nos fuimos directas a la estación de tren (no recuerdo el nombre) para irnos dirección Ayutthaya, nuestra segunda parada en esta aventura.
La aventura empezó antes de lo esperado y aquí viene una gran anécdota del viaje. Os cuento.
Hicimos la cola para comprar los billetes, con nuestras mochilas a cuestas, y cuando nos dijeron lo que costaba nos quedamos flipando. Hicimos el cálculo a la inversa y el billete hasta Ayutthaya nos costaba 0,60 céntimos. Nosotras la mar de contentas, y cansadas, todo hay que decirlo, nos dirigimos al andén y nos quedamos allí esperando al próximo tren.
No sé si fue ahí o más tarde cuando nos dimos cuenta de que nos estábamos yendo de Bangkok antes de tiempo. La verdad es que habíamos planeado estar por la mañana en la capital y luego coger el tren hasta Ayutthaya para hacer noche allí y visitar la ciudad al día siguiente.
Lo que pasó realmente es que nos dejamos llevar (por no sé exactamente qué) y sin quererlo los planes cambiaron y por la mañana ya estábamos en la estación de tren rumbo a Ayutthaya (¡no nos olvidemos que el billete nos había costado 0,60 céntimos!).
Cuando llegó el tren salió gente hasta de debajo de las piedras y entramos en el vagón que se paró delante de nosotras. Era un vagón con asientos cómodos, con ventanas cerradas y si no recuerdo mal con aire acondicionado. Nosotras seguíamos flipando. Era increíble que toda aquella comodidad nos costase 0,60 céntimos.
Pero entonces llegó un pasajero, luego otro… a todo esto, nosotras íbamos cambiando de asiento cada vez que alguien nos hacía levantar porque daba la casualidad de que ese era el suyo… hasta que al final, alguien local nos dijo que este no era nuestro vagón, sino que era otro.
Nuestra cara al ver el otro vagón y sus condiciones… me río solo de pensarlo… fueron de: ¿en serio? pero claro, no olvidemos que habíamos pagado 0,60 céntimos por aquel billete.
¿Sabéis qué quería decir eso? Que no podíamos sentarnos.
El vagón era de esos vagones antiguos, con asientos que dejaban bastante que desear (pero que tampoco podíamos usar), las ventanas abiertas casi de par en par (con el calor que hacía), y el aire acondicionado eran ventiladores en el techo. Por suerte (nótese la ironía), tenía barras a las que podías agarrarte, porque claro en ese vagón sentías el traqueteo del tren como si estuvieras en la Estampida de Port Aventura (exagero porque me gusta exagerar, pero así entenderéis la sensación también).
Seguíamos flipando, y nos reíamos, porque estaba siendo surrealista. En el vagón había más guiris como nosotras y gente local que nos hablaba, pero no entendíamos ni un pijo.
La aventura ya había empezado y aquel viajecito en tren hasta Ayutthaya no hacía más que demostrárnoslo.
Llegamos a Ayutthaya e inmediatamente fuimos en busca de un tuk-tuk para ir al hotel Aiyara House. La mujer que nos atendió, que supusimos que era la jefa, fue súper maja con nosotras.
Era un hotel pequeñito, pero la habitación era enorme. Teníamos una cama para cada una, espacio más que suficiente para movernos y dejar las cosas y un baño. Creo que las tres tenemos un buen recuerdo de este sitio y de la mujer, que nos fue a comprar los billetes para el bus que nos llevaría a nuestro próximo destino, nos dejó un secador, nos dejó ducharnos en otra habitación habiendo hecho ya el check-out… en fin, era la p*** ama aquella mujer.
El día que llegamos a Ayutthaya, después del viajecito en aquel tren, hacía muchísimo calor, pero mucho y por no quedarnos en el hotel, fuimos a dar una vuelta para comer por ahí. La verdad sea dicha, nos perdimos un poco, y acabamos en una especie de descampado con restaurantes al aire libre. Ahí es donde comimos. Después, porque, repito, el calor era horrible, paramos en un hotel a tomar algo y ahí probé el matcha latte asiático.
Después decidimos ir a ver uno de los muchos templos, o más bien ruinas, que hay en Ayutthaya, concretamente al Wat Maha That dónde se encuentra la famosa cabeza de Buddha en el árbol.
Para acabar aquel caluroso y largo día, fuimos a ver un night market que había por ahí, pero no estuvimos mucho rato y volvimos al hotel a descansar, ya que al día siguiente la mujer del hotel nos había reservado un tuk-tuk para visitar Ayutthaya al completo.
… Próximamente 12 de agosto en Tailandia …
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