

Mi experiencia con el lacto vegetarianismo #4
Después de mi experiencia con el lacto vegetarianismo parte 1, parte 2 y parte 3… llega mi experiencia con el lacto vegetarianismo parte 4.
Esta cuarta parte viene cargadita de sorpresas y de muuuucha opinión y experiencia personal. Sé que no gustará a todo el mundo y que puedo recibir muchas críticas al respecto, pero es MI verdad, creo que vale la pena contarla y así va a ser. Solo espero que se respete y que no se malinterprete.
Dicho esto, vamos allá.
He vuelto a comer carne.
Sí, he vuelto a comer carne. Has leído bien.
Ahora, antes de hacer suposiciones raras, déjame que te lo explique todo.
Ya dije en anteriores capítulos, y si no lo digo ahora, que para mí haber ido a una nutricionista significó un paso hacia delante a la hora de cuidarme y de pensar en mi salud.
Yo decidí dejar de comer carne, ya que no comía fruta ni verdura (o muy pero que muy poco). Así que era obvio que con el hecho de quitarme uno de los principales alimentos de mi dieta (la carne) me vería obligada a comer todo lo que era incapaz de comer (frutas y verduras).
La parte positiva de toda esta historia es que ahora como mucha más verdura que antes. La fruta sigue sin gustarme así que estamos un poco en las mismas, pero ya es un gran paso decir que me apetece mucho comer pepino (porque sí) o que me encanta el calabacín.
Es un paso ENORME, de hecho.
¿Pero qué ha pasado? Qué es eso de que he vuelto a comer carne.
Os cuento.
Me mudé a Barcelona en septiembre y empecé a ponerme enferma porque sí.
Llegué a ir al médico dos veces al mes porque recaía una y otra vez.
Los análisis decían que todo estaba bien, cosa que me parecía genial, pero la realidad era que yo me encontraba fatal.
Entre medias hice una tendinitis (con líquido incluido semanas más tarde) en el talón de aquiles y sigo sin saber el motivo.
Tengo que añadir que yo soy muy alérgica y vivir en Barcelona es fatal para mi alergia, pero por suerte es algo que tengo bastante controlado con los antihistamínicos, así que el ponerme enferma era algo que no acababa de entender.
Empecé a pensar que podía tener relación con lo que comía y lo que no, pero el médico me dijo que no comer carne no tenía nada que ver con mi estado de salud.
Quiero hacer un matiz respecto a esto.
No comer carne no tiene porque implicar el ponerte enferma. Hay muchísima gente vegetariana y vegana que tiene una salud de hierro, a excepción de la vitamina B12 (que hay que tomarla en vitaminas en estos casos).
La cosa es que en mi persona sí que estaba influyendo.
Además, durante esos meses hablé con gente sobre el vegetarianismo y por desgracia, no oí maravillas.
La gente lo había tenido que dejar por anemias, porque se ponían enfermas de repente… y todo eso me hizo reflexionar mucho, ya que también es cierto que conozco gente muy cercana que es vegetariana y está perfecta de salud (a simple vista).
Yo dejé de comer carne, repito, para obligarme a comer más fruta y verdura.
La parte ética de todo esto surge después, pero tampoco exacerbado (al menos en mi caso).
Debido a mi lesión de rodilla que tuve en verano (aquí podéis leer sobre ello) y mi tendinitis sorpresa meses después, decidí ir a una osteópata.
Con la osteópata hablamos de todo un poco, y mi alimentación fue uno de los temas principales.
La verdad es que nunca pensé que una osteópata pudiera aconsejarme sobre este tema, pero lo hizo.
La osteopatía es una medicina alternativa y a raíz de las consultas aprendí que lo que tenía que hacer era ESCUCHAR A MI CUERPO, en todos los sentidos.
Tuve una compañera de piso vegetariana con un nivel de conciencia espectacular y muchas veces ella me decía que si su cuerpo le pedía comer jamón, lo hacía. Me explicó que hay cuerpos que no están preparados para dejar de comer carne y otros que sí. El suyo no lo estaba, así que lo que ella hacía era escuchar a su cuerpo en todo momento sin dejar de ser ni convertirse en mejor persona por comer o no comer huevos con jamón.
Así que a raíz de las visitas a la osteópata empecé a escuchar a mi cuerpo.
Empecé a comer lo que el cuerpo me pedía. No me privaba de nada. Comía lo que me apetecía y sigo haciéndolo.
Así que sí, he vuelto a comer carne, pero sigo sin comer ternera, pollo, cerdo…
Mi cuerpo rechaza este tipo de carnes tanto por sabor como por ética. En cambio, hay otras carnes como el pavo (que cada vez me gusta menos) y los embutidos que sí como.
Donde quiero llegar con todo esto es que no se trata de comer o no comer carne (desde mi punto de vista), se trata de hacer lo que a uno le sienta bien.
No creo que sea casualidad de que después de decidir que iba a escuchar a mi cuerpo, en relación a la comida, se me pasarían todos (o casi todos) los males.
Esto no quiere decir que no respete el medio ambiente, que odie a los animales (tengo un perro y lo quiero más que a mi vida), etc…
Por preferir, prefiero mil veces alimentarme de alimentos (válgase la redundancia) que no sean de origen animal (y sigo comiendo mucha más verdura que carne, repito), pero también es cierto que si me apetece comerme una loncha de jamón ibérico lo hago, porque de lo contrario estoy autoengañándome y así tampoco vamos a ninguna parte.
¿Qué pretendo después de todo el rollo que os he metido?
- Si estáis pensando en dejar de comer carne hacedlo. Yo noté cosas muy positivas a corto plazo, pero no a largo plazo. Es decir, cada persona es un mundo.
- No dejéis de comer carne a la ligera. Id a un especialista a que os aconseje.
- Ser vegetariano o vegano NO significa comer sano.
- Escuchad SIEMPRE a vuestro cuerpo. Es vuestra casa en esta vida y hay que cuidarlo.
- No juzguéis a nadie. Nadie es mejor persona por comer o no comer alimentos de origen animal.
- La conciencia “espiritual” NO está relacionada con ser vegetariana o vegana. Yo sigo meditando, hago yoga y soy más consciente que nunca de mi ser. Mucho más que antes, incluso.
Así que eso amiguis, ESCUCHAD A VUESTRO CUERPO, SIEMPRE.
¡Hasta la próxima!
xoxo
Irene



