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#2 Explorando Lanzarote: De la Cueva de los Verdes a Timanfaya

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La primera mañana en Lanzarote fue un poco desagradable. Nada más despertarme, al ir al baño, me encontré con una cucaracha gigante viva en mi ducha. Tuve que matarla como pude, pero me costó unos cinco minutos hacerlo.

Después de ese incidente, tuve que apresurarme a vestirme y bajar a desayunar. Antes de ir a Lanzarote, había decidido contratar un tour para conocer lo más destacado de la isla y aprender un poco sobre ella. Contraté el tour con la empresa Lanzarote Guides, y a las 8:45 pasaron a buscarme en un autocar para comenzar la excursión.

 

 

La primera parada fue la Cueva de los Verdes. El nombre se debe a una tribu llamada «los Verdes» que solía refugiarse en la cueva, no a la presencia de piedras o rocas de color verde. La cueva forma parte del tubo volcánico del volcán de la Corona y en su interior guarda un secreto que no puede ser revelado, solo descubierto. Si quieres saber de qué se trata, tendrás que ir a Lanzarote y adentrarte en la cueva para averiguarlo.

Durante esa parada, aprendí una palabra nueva: estafilitos. Dentro de la cueva se pueden observar estas formaciones, que son similares a estalagmitas o estalactitas, pero de lava. La cueva está prácticamente como la dejó el volcán; el ser humano solo ha intervenido en tres ocasiones: para colocar luces, barandillas de seguridad en las escaleras, y, si no recuerdo mal, para construir un auditorio, ya que la acústica en el interior de la cueva es ideal.

La segunda parada fue en los Jameos del Agua, una obra de César Manrique, pero también de la naturaleza, claro está. César Manrique es un artista muy importante para la isla y su influencia se siente a lo largo de todo el recorrido. Un jameo se forma cuando el techo de un tubo volcánico se derrumba. Los Jameos del Agua forman parte del mismo tubo volcánico que la Cueva de los Verdes, pero están más cerca de la costa, lo que hace que tengan agua en su interior.

Además, César Manrique creó una obra de arte en el interior de los Jameos, utilizando maderas y velas de un barco naufragado para construir y decorar lo que la naturaleza no pudo hacer por sí sola. Al visitar los Jameos del Agua, debes fijarte bien en el agua, ya que hay unos pequeños cangrejos blancos, ciegos y únicos en el mundo, que solo se encuentran en este lugar.

 

jameos del agua lanzarote
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Antes de almorzar, hicimos una parada en el mirador de Guinate. Aunque en la información del tour se indicaba que iríamos al famoso mirador del Río, nosotros fuimos a este, desde donde se puede ver La Graciosa (la octava isla canaria) y algunas otras islas. Como comenté en la primera entrada, Canarias está formada por ocho islas habitadas, siendo La Graciosa la más reciente en recibir ese estatus. Ese día, debido al clima (no es que hiciera mal tiempo), solo pudimos ver La Graciosa.

A las 12:30 (muy europeo todo) fuimos a comer a un restaurante en el pequeño pueblo de Haría (si no recuerdo mal). La comida costó 10 € por persona y era tipo buffet libre.

Ahora os contaré una anécdota curiosa. Al llegar al restaurante, nos asignaron mesas al azar. La mayoría de las personas iban acompañadas de su pareja, amigos o familiares. Las únicas que íbamos solas éramos una estadounidense y yo. A mí me tocó con una familia de polacos (sí, sí, polacos), y al ver que en la mesa de una pareja y dos amigas españolas, junto con la estadounidense, había una silla libre, decidí cambiarme de mesa.

La verdad es que me cambié para hablar con alguien, aunque fuera solo para intercambiar algunas palabras ese día. Sin embargo, lo único que recibí fue indiferencia, excepto por parte de una chica de la pareja que me recordó que la silla estaba libre (cosa que ya sabía). Me sorprendió lo poco sociables que podemos llegar a ser las personas. No quiero criticar ni juzgar a nadie, pero considero que si alguien está viajando solo y se cambia de mesa, será por algo, ¿no? Además, eso podría dar pie a una conversación y a intercambiar algunas palabras en la hora que vas a estar comiendo con esas personas.

Lo que más me llamó la atención es que ni siquiera hablaban entre ellos, a pesar de conocerse, y la estadounidense estaba en una videollamada de trabajo. Todo me pareció surrealista y bastante incómodo. Si lo llego a saber, me habría quedado en la mesa de los polacos, ya te lo digo.

Después de comer, fuimos a La Geria, la zona de viñedos de Lanzarote. Lanzarote cultiva uvas y produce vino de una manera muy especial y única en el mundo. En la isla solo llueve unos veinte días al año y su forma de cultivar la uva es peculiar. Debido a los fuertes vientos que azotan la isla, construyen pequeñas barricadas de piedra para proteger las vides del viento. Plantan las vides en terreno volcánico, a gran profundidad, ya que la capa de ceniza volcánica mantiene la tierra húmeda, permitiendo que las uvas crezcan.

Entramos en una bodega a probar vino, pero no te recomiendo probar el tinto. Está malísimo (incluso los isleños lo admiten). Los vinos más destacados de la isla son los dulces o secos.

 

la geria lanzarote
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Al salir de la bodega, el tour nos llevó a la visita obligada por excelencia si vas a Lanzarote: el Parque Nacional de Timanfaya. Primero hicimos una breve parada para montar en camello, para quien quisiera hacerlo. Yo no lo hice, porque no quiero montar en animales y ya monté en camello cuando fui a Tenerife hace más de diez años.

Luego nos dirigimos a ver tres maravillas naturales. Estábamos en una de las cinco zonas de la Tierra donde todavía hay magma a solo cinco capas por debajo de la corteza terrestre.

La primera «maravilla» consistía en que un guía removía con una pala las piedras anaranjadas que estábamos pisando y nos las daba en las manos para que notáramos lo calientes que estaban. Lo sorprendente es que no esperas que estén tan calientes; si no recuerdo mal, estaban a unos 30ºC o más, y en mi caso, fue ponerlas en las manos y soltarlas de inmediato.

La segunda «maravilla» fue ver cómo un hombre colocaba matorrales secos dentro de un agujero. Al cabo de unos minutos, la llamarada de fuego que salía era impresionante.

La tercera y última «maravilla» fue un géiser. Un hombre vertía agua dentro de un tubo y, segundos después, un chorro de agua salía a toda presión, dejándonos a todos maravillados.

Después de ver estas tres maravillas, la guía nos llevó a ver el horno natural, ya que allí hay un restaurante donde cocinan todos los alimentos con el calor de la tierra.

Para finalizar la visita al Parque Nacional de Timanfaya, hicimos un recorrido en autocar por las Montañas de Fuego, mientras nos explicaban un poco sobre los eventos que ocurrieron en el pasado y cómo se formó todo lo que estábamos viendo. Me llamó especialmente la atención la lava solidificada, que me fascinó durante todo el viaje. Me parecía increíble que eso que veía fuera lava solidificada de hace cientos de años.

Una curiosidad que nos contaron es que, a nivel de paisaje, se dice que la Tierra era como Lanzarote antes de convertirse en lo que es hoy en día, y, como muchos saben, se dice que se parece a Marte.

La última parada fue en el Charco de los Clicos o la Laguna Verde. Es un pequeño lago de agua verde, debido a un alga que habita en sus aguas llamada rupia. Lo curioso es que a pocos metros del charco se encuentra el mar.

 

charco de los clicos lanzarote
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Yo ya sabía que la naturaleza es sorprendente, pero mi segundo día en Lanzarote me lo confirmó por completo.

P.D. ¿Recuerdas la cucaracha de esta mañana? Pues al volver al hotel estuve investigando sobre estos insectos (¡ahora casi soy una experta! xD), porque me daba mucho asco encontrarme con más al llegar, y medité si debía comprar un insecticida o pedirlo en la recepción del hotel. Por suerte, al llegar, vi que la señora de la limpieza me había dejado un insecticida, así que pude dormir tranquila.

¡Continuará!

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