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#6 Un domingo en Teguise: Tradición, mercadillo y sorpresas

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Mi sexto día en Lanzarote cayó en domingo, lo que significaba ir a ver la antigua capital, Teguise, y su famoso mercadillo, que solo se celebra los domingos.

Mientras desayunaba, investigué cómo llegar a Teguise, que estaba muy cerca de mi hotel en Costa Teguise. También busqué otras atracciones turísticas cercanas, ya que, aunque el mercadillo es grande, pensé que quizás sería poco para aprovechar la mañana.

Bien temprano, cogí el coche que alquilé con Cicar y me dirigí a Teguise, uno de los pueblos más bonitos de España y la antigua capital de Lanzarote.

Llegué demasiado temprano y, a pesar de haber investigado dónde aparcar gratis, terminé en una zona de pago nada más entrar al pueblo, donde había personas con chalecos reflectantes señalizando los aparcamientos. Pagué 2€ por el parking, una cantidad razonable estando ya allí.

Ese día hacía mucho viento y, para mi sorpresa, hasta un poco de frío para ser julio y estar en pleno verano, pero no me detuvo. Me adentré en el pueblo, que conserva una arquitectura colonial encantadora y cuenta con varios edificios históricos. Lo que más me gustó fue la plaza. Es típico en Teguise visitar el Castillo de Santa Bárbara, al que no fui, y el Convento de Santo Domingo, que creo recordar está justo a la entrada del pueblo, a la derecha.

Teguise es un pueblo tranquilo, pero cada domingo cobra vida gracias a su mercadillo, uno de los más grandes y conocidos de la isla. Como llegué tan temprano, algunas tiendas aún no estaban abiertas, así que recorrí el mercadillo dos veces y compré algún que otro souvenir. Estuve un par de horas hasta que me cansé, y como el viento era intenso y comenzaba a lloviznar, decidí ir al Jardín de Cactus de César Manrique.

La entrada costaba 6,50€, y si te gustan los cactus, como a mí, el jardín te encantará. Ahora bien, siendo sincera, no creo que sea una visita imprescindible en Lanzarote.

Allí compré mermelada de cactus, que no sabía que existía. Yo no soy de probar cosas nuevas, pero a quienes se la regalé les encantó, por si buscas algo diferente para regalar.

Mi sexto día en Lanzarote terminó en el hotel, disfrutando de la tarde al sol y dándome un chapuzón en la piscina.

Sin embargo, ese día me hizo ser consciente de que la vida también trata de improvisar, de fluir, de ser flexible… De actuar sin tanto control, sin pensar tanto…

Y eso hice ese día: dejarme llevar un poco más, decidir sobre la marcha, escucharme… y disfrutar, fuera cual fuera la elección.

Continuará…



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